Los milímetros de papel en una etiqueta de cerveza son de oro. Está todo bastante medido. Este trabajo fue todo un reto: plantear una cerveza estacional premium, bajo unos condicionantes de formato muy acotados. Cuando a los diseñadores nos dan una serie de reglas del juego, con unas limitaciones muy claras, el proyecto se convierte en algo serio. Y por lo tanto adquiere valor.
Las decisiones sobre qué elementos deben aparecer en un frontal de etiqueta se convierten en argumentos de peso en el diseño. Se trata de hilar muy fino y conseguir que todo tenga sentido. Estamos muy contentos con el resultado de este trabajo. La cerveza envejecida con madera estaba deliciosa. Nos parece que va a ser un bonito regalo para un año tan complejo como ha sido el 2020.